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Cuarta pregunta Ortega: Comparación e influencia

La influencia de Ortega en su tiempo: Ortega editor, escritor y político. (Resumen del artículo del Profesor Baliñas, que se transcribe a continuación)
a) Editor de “Revista de Occidente”.- Ortega editor: movilizador de la vida cultural. Introductor del pensamiento alemán contemporáneo. Tribuna del pensamiento y literatura hispana de la época.
b) Escritor innovador del lenguaje y las ideas.- Ortega escritor: estilo y vocabulario. Uso de la metáfora. Neovocablos y utilización de su imaginación “plástica” al servicio de las ideas.
c) Influencia política en la sociedad española.-A través de sus artículos en prensa, su actividad política (fue diputado y fundador de la “Asociación para la protección de la República) y conferencias.
Como movilizador de la vida cultural española, hace crítica literaria y de arte, promueve las traducciones y, sobre todo, funda el año 1923 la Revista de Occidente, de gran importancia como editorial y como publicación periódica. En ella da a conocer el pensamiento alemán contemporáneo y ofrece tribuna a lo más novedoso del pensamiento y la literatura hispana de la época.
Como escritor, se muestra modelo insuperable de la exposición de ideas dentro de los géneros del ensayo y el artículo corto («El Espectador», 1923-24). Dotado de una imaginación muy plástica, en lugar de dirigirla hacia la ficción, la puso íntegra al servicio de las ideas, vistiéndolas de espléndidas metáforas. De la metáfora dirá que constituye «una forma de pensamiento científico» (II, 387 ) y que «representa, en lógica, la caña de pescar o el fusil» (II, 391). Claridad, agudeza, garbo, creación de neovocablos y, a la vez, repristinación de castizos decires, son, con el uso constante de la metáfora, los rasgos más sobresalientes de su prosa. El corte de la frase es conciso y eufónico, y la selección de los detalles le revela un maestro en la combinación de lo grave con lo festivo. Usa de las palabras más por lo que sugieren que por lo que definen, lo cual le hace bordear a veces peligrosamente la retórica.
Predispuesto por tradición familiar a interesarse por lo público (su padre, José Ortega Munilla (v.), académico, fue durante muchos años director de El Imparcial, uno de los diarios más influyentes de la época), heredero del ideal europeizador de la llamada generación del 98 –aunque ligeramente más joven que sus más conspicuos representantes y de la «Institución Libre de Enseñanza», que se remontaba al krausismo, Ortega desempeña también un papel de primer orden como orientador de la sociedad española y, más adelante, incluso de la sociedad occidental. Durante la Primera Guerra Mundial pone en pie la «Liga de educación política» (discurso «Vieja y nueva política», 1914), de escasa eficacia inmediata. El año 1921 da su visión del «problema de España» en un libro cuyo título es también su más conciso resumen: España invertebrada. Partiendo de que «la acción recíproca entre masa y minoría selecta... es el hecho básico de toda sociedad y el agente de su evolución» (III, 103), diagnostica el morbo hispano como «carencia de minorías egregias e imperio imperturbado de las masas» (III, 128). Y propone como remedio a esta decadencia secular «el reconocimiento de que la misión de las masas no es otra que seguir a los mejores» (III, 126), exhortando a éstos a un «apetito de todas las virtudes».
En La rebelión de las masas, aplicando los mismos principios, pronostica a todo el mundo occidental una crisis social incipiente que por entonces (1926) apenas nadie advertía. Caracteriza certeramente al hombre-masa por la «libre expansión de sus deseos vitales», su «radical ingratitud hacia cuanto ha hecho posible la facilidad de su existencia», la decisión de «no apelar de sí mismo a ninguna instancia superior», el juzgarse perfecto, el empleo de la acción directa, el desinterés por la ciencia pura, &c. Los hechos ocurridos en torno a la Segunda Guerra Mundial (en parte todavía perdurantes) vinieron a confirmar la previsión de Ortega, haciendo de su libro uno de los más leídos y traducidos al terminar la contienda.
En la crisis política que precedió al advenimiento de la República (1931) se manifestó –como otros muchos intelectuales– partidario de la abolición del régimen imperante («Delenda est monarchia!»). Creador de la «Asociación para la protección de [621] la República», diputado, pronto le defraudó el rumbo demagógico que tomaba el nuevo régimen y se desligó de la política («¡No es eso, no es eso!». Rectificación de la República). Fueron aquellos los años de máxima vigencia pública de Ortega. En las famosas conferencias En torno a Galileo (1933), que hicieron de la filosofía, por un momento, un espectáculo de moda, enuncia su teoría de las generaciones.
Exiliado al comienzo de la guerra civil, Ortega queda en lo sucesivo fuera de la escena pública española y se convierte, por fuerza de las circunstancias bélicas subsiguientes, en un cosmopolita errante malgrè lui. Su tono como escritor se vuelve más grave, su estilo más austero y ágil y su pensamiento más abstracto y sistemático, ciñéndose cada vez más a la filosofía.
Ya en las Meditaciones del Quijote, en 1914, había apuntado las ideas con las que iba a ir construyendo, ladrillo a ladrillo, al azar siempre de las circunstancias, su nunca rematado sistema filosófico. Allí aparecía incidentalmente la famosa frase «yo soy yo y mi circunstancia» (I, 322), elevada por él del plano biológico al ontológico, de la que diría años más adelante, al echar una ojeada retrospectiva en el prólogo a sus Obras, que condensaba «en último volumen» su pensamiento filosófico (VI, 347). En conexión con ella había esbozado también allí el germen de lo que sería el perspectivismo. La perspectiva es un componente necesario de la realidad, y entre las perspectivas no hay ninguna privilegiada. La verdad absoluta –inasequible al hombre– habría de ser la integración jerárquica de la totalidad de las perspectivas. Por tanto, la realidad (entendiendo por tal lo que últimamente se opone a mi vivencia) ya no puede ser entendida dentro de la disyunción tradicional de sujeto y objeto, yo y no yo. La realidad lo es sin mí, pero es ella lo que es. Frente al idealismo (yo sin cosas) y al realismo (cosas sin yo, yo entre las cosas), Ortega propondrá como solución radical al problema del conocimiento: «yo con las cosas». Así la vida (en el sentido biográfico, esto es: consciente y responsable), pasa a ser la «realidad radical».
Estas ideas –que funcionan en la obra de nuestro filósofo como los motivos musicales en una sinfonía– son acrecentadas y enriquecidas el año 1923, en El tema de nuestro tiempo, con el «raciovitalismo». Aquí toma la vida no tanto por el lado ontológico, cuanto por el axiológico. Frente al racionalismo o «beatería de la cultura», que domina desde hace siglos la cultura, debe reconocerse a la vida como un valor «autónomo» (Goethe, Nietzsche), pero sin incurrir por ello en un vitalismo irracionalista (Rousseau) o primitivismo. «No menos que la justicia, que la belleza o que la virtud, la vida vale por sí misma.» De donde una ética de la ilusión frente a la usual del deber. Lo mejor no se lo ha de hacer por imposición heterónoma, sino por deseo íntimo (como el deporte) en fuerza del imperativo vital que nos impulsa a «ser [mejor] lo que se es». (…)
Carlos-Amable Baliñas Fernández

(Este pequeño escrito se refiere a la influencia posterior de Ortega)
La influencia más inmediata reside en la creación de la "Escuela de Madrid" que más que un grupo o una escuela es un espíritu, una manera de pensar. Ortega enseñó a pensar a una generación de españoles. Antes de la guerra su influencia fue enorme en la vida intelectual y política del país. También fue grande su autoridad en los países europeos, sobre todo en Alemania y Francia donde sus obras han sido muy traducidas.
Su exilio en Argentina llevó su influencia a los países de habla hispana.
Después de la guerra continuó vivo su pensamiento en los filósofos no escolásticos y en la vida intelectual, aunque por las circunstancias del momento, tuvo que limitar su actividad a Conferencias y publicaciones.
Su postura frente al régimen de Franco ha sido calificada como de suave oposición frente a las condenas de otros intelectuales tanto españoles como extranjeros. Pero la influencia mayor se produce más que en los contenidos, en el rigor intelectual, en la forma de filosofar, en la actitud intelectual, en las aportaciones al lenguaje filosófico. Los contenidos de su filosofía, salvo los existencialistas, no corresponden a los fundamentales de este momento: la filosofía del lenguaje, la filosofía crítica, el neopositivismo, las distintas filosofías derivadas del marxismo.

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