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Teoría cartesiana necesaria para el comentario propiamente dicho (pregunta 2) Esta os la podeís estudiar por el libro

RACIONALISMO Y AUTONOMÍA DE LA RAZÓN

I. Introducción: El comienzo de la Modernidad

Con Descartes, en el s. XVII, comienza la filosofía moderna. En palabras de Hegel:
«Con Descartes entramos [...] en una filosofía propia e independiente. [...] Esta filosofía erigida sobre bases propias y peculiares abandona totalmente el terreno de la teología filosofante [...] para situarse al otro lado. [...] Este pensamiento [...] se afirma y se hace fuerte como tal, relegando a segundo plano y rechazando como ilegítima la exterioridad muerta de la autoridad.» [Lecciones sobre la historia de la filosofía, III].
La nueva etapa del pensamiento que Descartes inaugura se caracteriza por la autonomía absoluta de la filosofía y de la razón frente a las autoridades religiosas o civiles tradicionales. A partir de ahora, la razón no se sentirá sometida a otra autoridad distinta de ella misma. La razón se considera el juez supremo a quien corresponde determinar lo verdadero y
conveniente en el conocimiento, en la vida política y en la moral. Matemáticas y Geometría ejemplifican ahora el ideal del nuevo saber a fomentar.
Por Racionalismo se entiende la primera corriente filosófica de la Modernidad (s. XVIII),inaugurada por Descartes y a la que pertenecen también Leibniz, Espinosa y Malebranche.Sostiene que nuestros conocimientos válidos y verdaderos sobre la realidad no proceden de los sentidos, sino de la razón, de nuestro entendimiento.
Dos afirmaciones fundamentales respecto al conocimiento:
[1ª] Nuestro conocimiento acerca de la realidad puede ser construido deductivamente a partir de ciertas ideas y principios evidentes, independientes de la experiencia )ésta sólo proporciona materiales necesarios, pero confusos).
[2ª] Las ideas y principios son innatos al entendimiento: éste los posee en sí al margen de toda experiencia sensible.
A esto se llama innatismo: hay ideas innatas, connaturales al entendimiento, que no son generalizaciones a partir de
la experiencia sensible.
El racionalismo se opone al «Empirismo» )la respuesta surgida en el s. XVIII al racionalismo del XVII. Principales representantes: Locke, Berkeley y Hume. Mantiene que todos nuestros conocimientos proceden, en último término, de los sentidos, de la experiencia sensible).

1. Vida y obras de Descartes
Nace el 31-3-1596. Tercer hijo de un consejero del Parlamento de la Bretaña. Entre 1604-1612 estudia en La Flèche, con los jesuitas, sobre todo lógica, filosofía y matemáticas. Desde el inicio, fue un estudiante bien dotado y deseoso de adquirir conocimientos:
«Aunque sometió a fuertes críticas la educación tradicional que había recibido (tanto que, al dejar el colegio, renunció
durante algún tiempo al estudio) no sintió resentimiento hacia sus maestros ni desprecio por su sistema de educación. (...)
Siempre habló de los jesuitas de La Flèche con afecto y respeto, y consideraba su sistema de educación como muy superior al que proporcionaban la mayoría de las demás instituciones pedagógicas. Por sus escritos queda claro que había recibido la mejor educación posible dentro de la estructura tradicional» [Coplestone].

Repasando lo aprendido, descubrió que no estaba basado en fundamentos sólidos. Irónicamente dice:
«La filosofía nos enseña a hablar con una apariencia de verdad sobre todas las cosas,y hace así que seamos admirados por los menos sabios». «Aunque ha sido cultivada durante siglos por los mejores espíritus, no encontramos todavía en ella ninguna cosa sobre la cual no se dispute, y que no sea, por tanto, dudosa».
El 10-11-1619, tres sueños consecutivos le convencieron de que su misión era la búsqueda de la verdad mediante el empleo de la razón (cuando tuvo la oportunidad de reflexionar mucho en solitario, siendo soldado del ejército de Maximiliano de Baviera, en Neuberg, junto al Danubio). Desde 1628 vivió en Holanda, donde permaneció hasta 1649.
Escribió:
* El tratado sobre el mundo, no publicada hasta 1677 por la condena de Galileo.
* Discurso sobre el Método y la recta conducción de la Razón y la búsqueda de la Verdad en las Ciencias, 1637, junto con
ensayos sobre los meteoros, la dióptrica y la geometría.
* Reglas para la dirección del espíritu. Parecen escritas en 1628, aunque publicadas póstumamente.
* Meditaciones Filosofía Primera, en latín, junto con una serie de críticas y objeciones por
parte de los teólogos y las respuestas de Descartes a ellas.
* Otra edición de las Meditaciones, junto con la séptima serie de objeciones y respuestas de Descartes.
* Principios de Filosofía, en 1644, en latín. Traducidos en 1647 al francés por el abad Claude Picot.
* Las pasiones del alma, 1649.
* La búsqueda de la verdad por la luz natural,diálogo inacabado. En 1701 apareció una traducción latina.
En septiembre de 1649 se trasladó a Suecia, a invitación de la Reina Cristina. Los rigores del invierno, junto con la práctica de la reina de hacerle acudir a las cinco de la mañana a la biblioteca (él, que estaba acostumbrado a pasar
mucho tiempo en la cama), fueron demasiado para él y no pudo resistir un ataque de fiebre a finales de enero de 1650. El 11 de febrero murió.
Siempre fue hombre moderado y de disposición agradable. Nunca se casó, porque entendió que una vida retirada y tranquila era esencial para su obra. Siempre profesó la fe católica y tuvo una actitud respetuosa al hacerlo. No parece que su
objetivo deliberado fuera construir un nuevo sistema filosófico enfrentado a los dogmas católicos tradicionales. En general, evitó siempre las discusiones puramente teológicas. Opinaba que el camino del cielo está tan abierto tanto a
las ignorantes como a los doctos, y que los misterios revelados exceden a la comprensión humana. Como filósofo y matemático, no teólogo, se ocupó de problemas que, en su opinión, pudieran ser resueltos con la luz de la sola razón.

2. EL OBJETIVO DE DESCARTES
! El logro de la verdad filosófica mediante el uso de la razón. («Quería dedicarme por entero a la búsqueda de la verdad». D.M., 4.) Intentaba desarrollar un sistema de proposiciones verdaderas en el que no se diese por supuesto
nada que no fuera evidente por sí mismo e indudable. Todo el edificio debía reposar sobre un fundamento seguro, de forma que el sistema fuera impermeable a los ataques corrosivos del escepticismo.
! Su concepción de la filosofía: «Filosofía significa el estudio de la sabiduría, y por sabiduría entiendo no solamente la prudencia en la acción, sino también un conocimiento perfecto de todas las cosas que el hombre puede conocer, tanto
para orientar su vida y conservar su salud como para la invención de todas las artes» (P.F., Carta Prelim.).
! Filosofía incluía en Descartes no sólo la metafísica, sino también la física o filosofía natural, (= el tronco del árbol de las ciencias), de la que se derivan la medicina, la mecánica y la moral. Por moral, «entiendo la más alta y más
perfecta ciencia moral que, presuponiendo un conocimiento completo de las demás ciencias, es el último grado de la sabiduría» (Ibid.). Reconoce un gran valor práctico a la filosofía. Cree que debe «abrir a cada uno el camino por el que
pueda encontrar en sí mismo, y sin tomarlo de otro, todo el conocimiento que le es esencial para la dirección de su vida» (B.V.;A.T., IX B,3. Pero nunca elaboró una ciencia moral sistemática, de acuerdo con su propio plan.
Es indudable que, al menos en cierto sentido, rompió deliberadamente con el pasado.
[1º] Decidió comenzar desde el principio, sin confiar en la autoridad de ningún filósofo anterior (el exceso de confianza en Aristóteles hasta ese momento había provocado muchos retrasos en filosofía y en la ciencia en general, sobre todo en Astronomía y en Física). Prefería confiar en su propia razón que en la autoridad.
[2º] Había resuelto evitar aquella confusión de lo claro y lo evidente con lo que es solamente una conjetura más o
menos probable, de lo que acusaba a los escolásticos. Sólo admitiría el conocimiento cierto.
[3º] Pretendía alcanzar ideas claras y distintas, para trabajar sólo con aquellas y rechazar las que no tenían un sentido claro (p.ej., los escolásticos no decían nada claro al distinguir sustancia de extensión o cantidad de sustancia incorpórea.
! Descartes concedió poco valor al saber histórico o libresco en general. Romper con el pasado no significaba rechazar todo cuanto otros filósofos habían tenido por verdadero. No pretendió nunca ser el primer hombre que descubriese proposiciones filosóficas verdaderas. Sólo quería encontrar y aplicar el método adecuado para la búsqueda de la verdad, un
método que le capacitaría para demostrar verdades en un orden racional y sistemático, independientemente de que antes hubieran sido conocidas o no. Así podría construir una filosofía cierta y bien ordenada, con la que oponerse al escepticismo, más que al escolasticismo.
! Su ideal: un sistema orgánicamente conectado de verdades científicamente bien establecidas, ordenadas de tal modo que la
mente pase de verdades fundamentales evidentes por sí mismas a otras verdades evidentes implicadas por las primeras. Se trataba de hacer que las verdades se ajusten a un esquema racional, del mismo modo que lo hacían las matemáticas.
3. Aspectos importantes de la filosofía cartesiana

[1º] Unidad del saber y necesidad de método
— Las distintas ciencias son manifestaciones de una única sabiduría humana.
— La sabiduría es única porque la razón humana es una sola, aunque aplicada a diversos objetos.
— Si la razón es única, interesa conocer su estructura y funcionamiento, para conocer sin error.

[2º] Dos modos de conocimientos:
— Intuición: Especie de «luz o instinto natural» por el que captamos sin posibilidad de error, y de forma inmediata, los conceptos simples que surgen de la razón misma. La intuición de las naturalezas simples es el punto de partida para la
— Deducción: Es una intuición sucesiva de las naturalezas simples y de las conexiones entre ellas. Se ejerce de dos modos: 1º) Análisis, hasta descomponer el objeto en sus elementos más simples; 2º) Síntesis, reconstruyendo deductivamente lo complejo a partir de lo simple.
Este es el único método que responde a la dinámica de la razón única. Pero sólo se ha empleado así en matemáticas, donde ha posibilitado un progreso extraordinario. Es necesario, por tanto, extenderlo a todos los ámbitos del saber. Por tanto,

[3º] Necesidad del método

— La deducción ha de realizarse según un orden para no perdernos en oscuras meditaciones.
— La construcción del sistema debe fundamentarse sobre una verdad absolutamente cierta. ¿Cómo? Eliminandotodo aquello que admita la menor posibilidad de duda.
[4º] La duda como método. Distintos niveles:
1º. Desconfianza ante la información procedente de los sentidos (cfr. 2a).
— Pero no afecta a la existencia del mundo que nos rodea, de las cosas que percibimos. Si los sentidos nos inducen a veces a error, ¿qué garantías tenemos de que no lo hacen siempre?
[± Objeción: No serán tan malos informadores cuando nos han permitido sobrevivir. Pero los márgenes de precisión y rigor exigidos por la física moderna, la astronomía, la óptica, etc. obligan a corregir mediante cálculos e instrumentos las limitaciones del sentido común: Teoría de la relatividad, geometrías de Riemann (ej. de Copérnico: la tierra gira en torno al sol y no al revés).]
2º. Imposibilidad de distinguir cuándo soñamos/cuándo estamos despiertos (posición cercana al solipsismo).
— No afecta a las verdades matemáticas, de la geometría o la aritmética (cfr. 3b).
— La viveza de algunas impresiones recibidas en sueños es extraordinaria, y ciertamente nos confundimos algunas veces.
Aunque todos tenemos criterios para distinguir la vigilia del sueño, estos no sirven para fundamentar una certeza absoluta.
[± Objeción: ¿Te parece razonable esta manera de aplicar la duda? ¿Se te ocurre algún razonamiento de sentido común en contra de este desarrollo del argumento cartesiano?]
3º. Hipótesis de un genio maligno empeñado en confundirnos y equivocarnos siempre.
— No afecta, a pesar de su radicalidad, a una primera certeza absoluta: Yo soy. Si no existiera, no podría ser engañado. Por tanto, aunque al pensar me equivoque, es innegable que «Pienso, luego existo». Esta hipótesis equivale a suponer que tal vez mi entendimiento es de tal naturaleza que se equivoca necesariamente y siempre cuando cree haber captado la verdad. Es algo parecido a lo que hará Nietzsche: suponer que el hombre está mal hecho, que es incapaz de captar la verdad y que vive de ilusiones y voluntad de poder. Pero Descartes, como racionalista, opina que el hombre, utilizando adecuadamente su razón, puede llegar a la verdad en todos los campos del saber.
[± La objeción de Kant: Pienso, luego existo no tiene por qué ser verdad: existe mucha gente que no piensa.
Parece obvio que pensar aquí se emplea en un sentido fuerte, no trivial. Se podría argumentar mejor que piedras y otros muchos objetos existen, pero no tenemos constancia de que piensen.]
4º. Análisis de la primera certeza, prototipo de las demás:
— Me descubre como cosa que piensa, distinta a la realidad exterior. Puedo dudar de todo, menos de que existe un ser que
duda. Por tanto, mi existencia está exenta de toda duda o error posible.
— Sustancia pensante: = que tiene su razón de ser en sí misma, no en nada exterior a ella; semejanza con la aristotélica en propiedades esenciales y accidentales; = mente, inteligencia, alma, razón, etc. Su actividad consiste en pensar, dudar,
entender, afirmar, negar, querer o no querer, imaginar, sentir, etc.
— Se diferencia de la realidad exterior en que su naturaleza es sólo pensar.
[± Objeción: ¿no necesita para existir de ningún lugar, cosa material, cuerpo, etc.? ¿Cómo podría ser lo que es si no
existiera el cuerpo? ¿Te parece aceptable esta forma de idealismo, que le lleva a situarse al margen de la historia y de la naturaleza, como si de una entidad matemática se tratase?]
— La primera certeza es modelo de toda verdad porque la captamos con total claridad y distinción (intuitivamente). Aquí tenemos una referencia al primer modo de conocimiento: por intuición captamos las ideas simples, las más fáciles de captar y sin posibilidad de error, sin necesidad de demostración, inmediatamente. Es el que nos muestra las verdades de la matemática, aritmética y geometría.
[± Pero, ¿no hay deducción en matemáticas o en geometría? ¿No está condicionado nuestro conocimiento intuitivo por nuestro inconsciente, nuestros deseos, intereses, etc.? ¿Acaso cosas aparentemente simples como las leyes de Kepler, las de Newton, las de la termodinámica, etc., no han exigido largos años de investigación y sofisticadas técnicas matemáticas? Estas afirmaciones de Descartes deberían ser matizadas.]
— Las ideas complejas, sin embargo, las conocemos por demostración, lo que abre la posibilidad de dar pasos en falso si no utilizamos el método adecuado. Por tanto, tenemos ya el criterio de certeza: será verdadero todo lo que perciba con igual claridad y distinción. Esto valdrá como regla general.
5º. El «salto» de las ideas a la realidad objetiva
— Problema: ¿cómo demostrar, a partir de la primera certeza, la existencia de una realidad exterior al pensamiento? Contamos con dos elementos: el pensamiento (= actividad) las ideas (= objetos del pensamiento).
P. ej: «Yo pienso que el mundo existe», incluye: * el yo que piensa (existencia indudable); * el mundo exterior al pensamiento (= realidad dudosa); * las ideas de mundo y existencia que indudablemente poseo (si no, no podría pensar que el mundo existe). Conclusión: el pensamiento piensa siempre ideas (en Descartes, las ideas son una representación o fotografía que contemplamos, no una lente a través de la cual percibimos las cosas, como sucedía en la filosofía anterior). Por tanto, ¿cómo garantizar que a la idea de mundo le corresponde una realidad, el mundo? Aquí conviene tener presente estas consideraciones:
1ª. La actividad del pensamiento consiste en pensar ideas.
2ª. Dos observaciones sobre las ideas En cuanto actos mentales (= modos de pensamiento), todas tienen la misma realidad; en cuanto poseen un contenido objetivo, son muy distintas entre sí: son más importantes las que representan sustancias que las que representan accidentes o modos.
4. Clases de ideas
[1] Adventicias: Parecen provenir de nuestra experiencia externa (peces, árboles, colores).
[2] Facticias: Las que construye la mente a partir de otras (p.ej.: un Pegaso). Ambas son cuestionables. Ninguna puede
servirnos para demostrar la existencia de la realidad extramental porque no tenemos certeza de que exista el mundo exterior, realmente (contra las adventicias) y porque no tenemos garantía de la verdad de las segundas al ser construidas por el pensamiento.
[3] Innatas: pocas, pero las más importantes: las posee el pensamiento en sí mismo (pensamiento, existencia, Dios). Lógicamente, el punto de partida del edificio racionalista serán las ideas innatas]

5. La realidad objetiva de las ideas Toda idea se origina en una causa real, extramental. 1º. Dios como idea innata, necesariamente existente, que fundamenta la existencia del mundo exterior. La idea de infinito, innata, = idea de Dios (no puede ser adventicia porque no tenemos experiencia directa de Dios, y tampoco facticia [¿cómo demostrar que no es
facticia?]; sabemos que algo es finito porque tenemos la idea de infinitud). 6
Si la idea como realidad objetiva exige una causa real adecuada, la idea de un ser Infinito debe tener una causa infinita,
6 luego el ser Infinito existe (12a-12b).
2º. Existencia del mundo: Puesto que Dios existe y es infinitamente bueno y veraz, no puede engañarme dejándome creer
que el mundo existe; 6 luego el mundo existe. Por tanto, Dios garantiza la existencia del mundo exterior y de la adecuada correspondencia de mis ideas con ese mundo exterior. Pero Descartes no indica que a todas mis ideas les corresponda una realidad extramental: Dios sólo garantiza la existencia de extensión y movimiento (como Galileo), nada más. A partir de aquí podrán deducirse las demás cualidades de la física.
6. La estructura de la realidad
[Sustancia infinita (= Dios); sustancia pensante (= yo); sustancia extensa (= los objetos físicos).] Sustancia es una cosa que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra cosa para existir. Pero tal definición sólo puede ser aplicada de modo absoluto a Dios. [± Nota: El objetivo último de Descartes, al afirmar que alma y cuerpo (pensamiento y
extensión) constituyen sustancias distintas, es salvar la autonomía del alma respecto de la materia. Descartes comparte la
concepción mecanicista y determinista del mundo material existente en la ciencia clásica, donde no quedaba lugar alguno para la subjetividad. En este universo, la libertad del ser humano sólo podía salvaguardarse situando el alma fuera del mundo de la necesidad mecanicista, y esto le obligó a asignarle una esfera independiente y autónoma de la materia. Esa independencia de alma y cuerpo, restringiendo a este último el sometimiento a las leyes físicas, es la aportación central del concepto cartesiano de sustancia.]
7. El ideal científico de Descartes
1º. El marco filosófico para la nueva ciencia: Descartes aportó la filosofía general que sirvió de marco a la nueva ciencia geométrica de la naturaleza que por entonces desarrollaban Kepler y Galileo. Pretendía construir una ciencia universal, con rango de verdad necesaria, en la que a partir de unos principios evidentes se dedujera la totalidad del
saber, de acuerdo con el procedimiento de los geómetras. Su objetivo era reemplazar a Aristóteles y a la filosofía aristotélico-escolástica de la ciencia, ofreciendo un sistema global y bien articulado del conocimiento, con el grado de
verdad y de necesidad al que Aristóteles aspiró pero que la tradición derivada de él no había podido alcanzar por no emplear método alguno o seguir el camino equivocado.
Descartes confiaba en que su construcción filosófico científica, tal como él la presentó por ejemplo en sus Principios de la filosofía (1644). sería finalmente adoptada por las instituciones más avanzadas. Por eso se esforzó por mantener buenas relaciones con la orden de los jesuitas, en cuyo prestigioso colegio de La Fléche había cursado sus primeros estudios. Por otra parte, frente al heterodoxo desarrollo de la cosmología copernicana que realizó Giordano Bruno, Descartes construía la nueva filosofía-ciencia como un saber que no entraba en conflicto con la religión cristiana y que, incluso, demostraba con argumentos concluyentes y transparentes la existencia de Dios y la inmortalidad del alma (al
menos su separación con respecto al cuerpo). Descartes coincidía con Galileo en su oposición al viejo saber como en su interés por desarrollar una ciencia matemática de la naturaleza. Consideraba acertados sus trabajos en aspectos puntuales, pero echaba en falta un marco general y unos principios universales a partir de los cuales se dedujeran sus
investigaciones particulares. Encuentro, en general, que [Galileo] filosofa mucho mejor que el vulgo en la medida en que se separa tanto como puede de los errores de la Escuela y trata de examinar las materias físicas mediante razones matemáticas. En eso estoy enteramente de acuerdo con él, y sostengo que no hay otro medio para encontrar la verdad. Pero me parece que falla mucho en que hace continuas digresiones y no se detiene a exponer por completo ninguna materia.
Esto muestra que no las ha examinado por orden y que, sin haber considerado las primeras causas de la naturaleza, ha buscado tan sólo las razones de algunos efectos particulares, y, así, ha edificado sin fundamento.
DESCARTES: Carta a Marin Mersenne del 11 de octubre de 1638

Como Galileo, Descartes cree que la naturaleza es geometría y sólo geometría y que, por tanto, únicamente una física matemática es capaz de explicarla de forma correcta; también coincide en sostener que las cualidades sensibles secundarias (olores, colores, sabores, sonidos) no son reales, sino el efecto sobre nuestros sentidos de las cualidades primarias: corpúsculos de materia extensa en movimiento.
Su objetivo, sin embargo, es formular el marco filosófico general (con su ontología o teoría acerca de lo que existe) que dé sentido a esa nueva ciencia de la naturaleza y presentarlo a partir de los primeros principios: las primeras verdades evidentes y, por tanto, necesarias, descubiertas por la conciencia; y Dios como garantía de la objetividad de nuestras evidencias y como fundamento absoluto e incondicionado de todo lo que existe.
2º. Una nueva ontología mecanicista: Nuestra mente (res cogitans o sustancia pensante) se forja a partir de la realidad exterior o naturaleza y es, por lo tanto, verdadera. La naturaleza es una res extensa, es decir, una sustancia tridimensional dotada de una cierta cantidad de movimiento.
La naturaleza es, pues, materia y movimiento. La materia para Descartes, no obstante, como pura extensión figurada, viene a ser idéntica con el espacio tridimensional, homogéneo, de la geometría euclídea y es, por consiguiente, plenum del que está excluido el vacío. Para Descartes, el vacío es una noción contradictoria en sí misma, pues vendría a ser un espacio sin espacio, un no ser que es. La materia, por otra parte, existe como corpúsculos siempre divisibles en principio —al menos para Dios no hay átomos dotados de una determinada figura y extensión.
El conjunto de la materia-espacio extenso no es, ciertamente, finito, pues no podemos asignarle ningún límite: pero tampoco es infinito, pues, para Descartes, sólo Dios es infinito, es decir, necesario. Descartes lo declara
indefinido, pues podría tener algún límite conocido por Dios. Así se evita la infinitud del universo, que implicaría la necesidad y divinidad del mismo (lo que había hecho Bruno y volverá a hacer inmediatamente después Spinoza). Como
extensión indefinida, el universo es una criatura contingente, radicalmente dependiente de Dios para la existencia y permanencia en el ser. Por supuesto, esta materia-espacio indefinida es homogénea en toda su extensión.
3º. Leyes del movimiento: Dios introduce el movimiento en la naturaleza en una determinada cantidad que se conserva constante, y establece las leyes que rigen ese movimiento:
[i] La primera es la ley de inercia (formulada por primera vez por Descartes en su versión moderna): cada cosa permanece
en el estado en que está [de reposo o movimiento uniforme] mientras nada [ninguna otra cosa] modifica ese estado.
[ii] La segunda ley dice que, si bien la inercia del movimiento es según una trayectoria rectilínea, de hecho v como consecuencia del plenum de materia, las trayectorias reales son curvas.
[iii] La tercera ley regula la distribución de la cantidad de movimiento en los choques de cuerpos: cuando un cuerpo empuja a otro, no podría transmitirle ningún movimiento, a no ser que pierda al mismo tiempo otro tanto del suyo, ni podría privarle de él, a menos que aumente el suyo en la misma proporción.
— Descartes relaciona estas tres leyes, su necesidad
y su inmutabilidad, con la inmutabilidad
de Dios. Por eso las leyes que gobiernan el
movimiento de la materia (el único cambio
existente en ella) son universales y la
homogeneidad del universo es, como en Galileo
y en Bruno, absoluta.
— La representación cartesiana de la
homogeneidad del universo es afín a la galileana,
ya que pretende servir, mediante demostraciones
y razones necesarias, de fundamento metafísico
a la física, pero difiere mucho de la de Giordano
Bruno. Para Bruno, alma y materia (principio
activo y pasivo) eran coexistentes a lo largo de la
naturaleza infinita, de manera que en todo cuerpo
y partícula corpórea estaba el alma como
principio interior de movimiento. Para Descartes,
alma (pensamiento, res cogitans) y cuerpo (entendido
como res extensa) son sustancias
heterogéneas, disjuntas —salvo en el ser
humano, el único en el que se encuentran
unidas— y existen separadamente, no se
necesitan recíprocamente.
— La extensión o materia carece, por tanto, de
un principio activo interno y por eso no puede
alterar su estado de reposo o movimiento por sí
misma, sino sólo por el choque con otra porción
de materia (primera ley del movimiento). Esto
implica también que en el ámbito de la res
extensa no hay fines (causalidad teleológica),
sino una mera causalidad eficiente, la acción
mecánica de unos cuerpos sobre otros. La física
es, pues, una física matemática y mecanicista.
Y el conjunto del universo físico no es un
organismo vivo dotado de un alma e inteligencia
internas (con sensibilidad, simpatías y antipatías,
afinidades, virtudes latentes, etc.), sino una
máquina como las construidas por el hombre.
— Descartes fundamentaba, pues, la nueva
física matemática en una ontología (a su vez
conexa a una teología) que estaba en total
ruptura con la ontología bruniana y la
ontología aristotélica (ambas atribuían a la
materia un principio interior de movimiento, una
capacidad de modificar espontáneamente su
estado). De esta manera, la nueva ciencia y su
programa. el programa mecanicista, venían a
romper drásticamente con la tradición intelectual
europea y sellaban la superioridad de los
modernos sobre la Antigüedad.
— Descartes expone su física en Le monde
(un tratado cuya publicación no considerará
oportuna por la condena de Galileo en 1633; se
publicará póstumamente en 1664, dividido en dos
partes: Le monde y L *homme), sin su fundamento
metafísico. En 1637 presentará un resumen de la
misma en la quinta parte del Discurso del
método, cuya cuarta parte presentaba la
metafísica, que expondría de una forma más
completa en 1641 en las Meditaciones
metafísicas. Los principios de la filosofía de 1644
ofrecerían, finalmente, una exposición unitaria del
sistema.
4º. La cosmología cartesiana: los vórtices
o torbellinos
— Como consecuencia de la transmisión del
movimiento en el seno del plenum extenso, el
universo consiste actualmente en una sucesión
indefinida de sistemas solares-planetarios en
contacto. Cada sistema es un torbellino o vórtice
de materia en movimiento mecánico en torno a
un sol-estrella central. Descartes es, pues,
heliocentrista; los planetas (que pueden ser a su
vez centros de vórtices particulares que arrastran
a sus satélites o lunas) giran en tomo a su sol a
diferentes distancias y velocidades (Descartes.
como Galileo, no aceptará las leyes de Kepler).
— En esta concepción de la pluralidad de
mundos o torbellinos verán algunos autores una
influencia de Bruno no reconocida por Descartes.
Galileo, que también había hecho del Sol una
estrella, no se había atrevido a hacer a cada
estrella centro de un sistema planetario, pero de
hecho la concepción —aparte la distancia entre el
modelo mecanicista cartesiano y el vitalista de
Bruno— es muy distinta: en Descartes los
cometas son cuerpos terrestres, planetas
periféricos que pasan de un cielo o vórtice a otro:
los sistemas o mundos no están —como en
Bruno- separados por vastas extensiones de
espacio lleno de éter, sino en contacto (el
firmamento es «la superficie que separa los
torbellinos unos de otros»): a diferencia de Bruno,
los vórtices pueden desaparecer, absorbidos por
los que le rodean.
— Por lo demás, tanto en uno como en otro,
los cielos o vórtices son iguales y equivalentes,
como consecuencia de la radical homogeneidad
ontológica; pero en Descartes está ausente la
concepción bruniana del universo como
autoexpresión de Dios. No siendo infinito, ni
necesario, teniendo el carácter de una máquina,
no era la explicatio (justificación) de toda la
infinita potencia divina: Dios estaba mucho más
lejos, inaccesible para las criaturas de mundo.
Descartes nunca cuestiona el dogma cristiano.
Sitúa la relación con la divinidad en el plano de la
sustancia pensante, heterogénea con respecto al
universo, y (además de la revelación divina en las
Escrituras) en las ideas innatas que con su infinita
potencia ha grabado en nosotros (entre ellas la
idea de Él mismo).
— No obstante, el universo cartesiano (creado
por Dios y conservado o tolerado por Él) funciona
por sí mismo, sin intervención activa de la
divinidad (sin milagros). Su dependencia era
fundacional y ontológica, pero no de
funcionamiento, pues la naturaleza sometida a las
leyes del movimiento se autorregulaba
perfectamente en un sistema mecánico de
duración indefinida. Para Descartes eso era más
que suficiente.
— Pero algunos intelectuales (p.ej. los
platónicos de Cambridge, que tanta influencia
iban a ejercer sobre Newton), vieron en todo ello
una reducción del papel de Dios, una limitación
de su poder y de su gloria, que era la antesala del
ateísmo, de la eliminación pura y simple.
Podemos comprender la inquina de Pascal. a
quien se atribuye el siguiente dicho:
«No puedo perdonar a Descartes: él hubiera
querido, en toda su filosofía, prescindir de Dios:
pero no ha podido evitar, para poner el mundo en
movimiento, hacer que le diese un papirotazo:
después de esto ya no necesita a Dios para
nada».
5º. El animal máquina
Para obtener una idea completa del modelo
mecanicista cartesiano, hemos de tener presente
que afectaba a la totalidad de lo existente con la
única exclusión de las mentes (res cogitans).
— Por tanto, la totalidad de los cuerpos y
organismos, por muy complejos que sean, se
explican, según el modelo, como materia en
interacción recíproca de acuerdo con las leyes del
movimiento. Esto significa que la biología no es
más que una rama de la física, que aplica el esquema
mecanicista y explica la estructura y
funcionamiento de todos los organismos
(incluyendo el cuerpo humano) como máquinas
(comparables, si bien más complejas, a los
artefactos construidos por el hombre). Al igual
que en el resto de la naturaleza, tampoco en los
animales y en el cuerpo humano existe ningún
principio interno activo (alma vegetativa o
sensible, etc.) sino que todas sus acciones responden
al choque e impacto de partículas sobre
los distintos órganos. La libertad no existe,
pues, en la naturaleza, donde todo está regido
por la necesidad mecánica de las leyes del
movimiento. Según esto, los animales ni tienen
sensibilidad, ni sufren; la libertad sólo se plantea
en el reino del espíritu, en la sustancia pensante.
— El programa cartesiano debió enfrentarse
enseguida a las dificultades de esta reducción
mecánica de los seres vivos, y en el hombre —la
única criatura conocida en que se daba una unión
de las sustancias pensante y extensa— tuvo que
afrontar, además, los problemas emanados de la
interacción recíproca de dos sustancias o
componentes tan heterogéneos.
8. Recapitulación
La problemática de la autonomía y la libertad
como origen y objetivo último de la filosofía de
Descartes.
[i] Giro radical en la evolución del
pensamiento occidental
[ii] Objetivo de Descartes: salvaguardar la
autonomía del alma respecto de la materia,
frente a la concepción mecanicista y
determinista del mundo medieval, donde
no quedaba lugar alguno para la libertad.
La libertad sólo podía conservarse sustrayendo el alma del mundo de la necesidad mecanicista; para ello había que situarla como una esfera independiente y autónoma de la materia. Esta idea de independencia entre alma y cuerpo es la que aporta el concepto de cartesiano de sustancia. Pero, ¿es evidente que somos distintos de nuestro cuerpo y que podemos existir sin él?
[iii] Solipsismo idealista exacerbado. ¿Existe un yo al margen de la historia, de la
economía, de la sociedad, de los demás?

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